viernes, 25 de febrero de 2011

MÁS ALLÁ DE BUENOS AIRES


MÁS ALLÁ DE BUENOS AIRES
Escrito por Diego La Hoz
Director del grupo de teatro peruano ESPACIO LIBRE


El teatro latinoamericano contiene, desde su base, un espíritu inquieto que busca liberar el pensamiento colonizante en cualquiera de sus formas. Nadie quiere seguir bajando la cabeza. Afinar un nuevo canto que nos reúna, que nos dé voz propia y, por supuesto, que nos identifique, es quizá el mayor reto. Más allá de los territorios está la patria del teatro. En el corazón mismo de sus actores que edifican un teatro para todos y lo muestran al mundo con menos vergüenza y más provocación. El miedo y la vergüenza son motores para el cambio. Aquí estamos más vivos que nunca. Más visibles. Agrupados por afectos incomprendidos. Con un gran objetivo en común "ser mejores personas".

Por tercer año consecutivo recorremos -en diciembre- tres festivales fundamentales para nuestro desarrollo como grupo de teatro peruano, comprometido con las dudas que nos deja la sensación de multiplicar lo recibido. Si bien, cada fiesta es organizada por grupos argentinos de probada trayectoria, lo que los hace distintos es la experiencia como colectivo. Este corredor de festivales comenzó en el 2007 por iniciativa de La Compañía Nacional de Fósforos, el grupo más joven, que convenció a La Cordura del Copete y a El Baldío de hacerlo. Ahora, luego de cuatro años, este corredor existe por sí solo. Se mueve por la gestión individual de cada grupo. Nosotros somos -sin temor a equivocarme- el único grupo extranjero que lo recorre como si fuera nuestro. Privilegio que nos da la generosidad del teatro y los amigos que confían en nuestro trabajo dentro y fuera de la escena. Cada regreso ha sido como si nunca nos hubiéramos ido jamás.

Aquí les dejamos la memoria -siempre frágil- de lo que fue la aventura de la quinta gira internacional de nuestro grupo ESPACIO LIBRE este 2010 que acabamos de despedir. Aprovechamos para reiterar nuestro agradecimiento a todas y a todos los que hacen posible que esto suceda. Finalmente, eso queremos siempre, "que algo suceda".


La primera semana: el fuego se enciende

Los primeros días de diciembre celebramos el Cuarto Festival Pirologías. Con ésta sumamos ocho reuniones, entre Perú y Argentina, con La Compañía Nacional de Fósforos. Hemos apadrinado mutuamente (y sin saberlo) varios de nuestros sueños. Podríamos decir que, como pasó con La Cordura del Copete en el 2001, hemos sido parte de sus primeros pasos como grupo y nuestra casa se ilumina cada vez que los pensamos o los tenemos. La historia se encargó de juntarnos. Ahora lo vemos más claro que antes. Una alianza de afectos poderosos que nos lleva a recorrer caminos difíciles de transitar con un sólo par de zapatos.





En estas idas y venidas, los fósforos conocieron a Sara Joffré, dramaturga (o autora dramática como prefiere ella) y gran gestora del teatro peruano. Sara ofreció una ponencia sobre nuestro teatro desde 1960 hasta 1990 en el Centro Cultural de España de Buenos Aires. Así empezó Pirologías 2010. Cabe resaltar que la obra que llevamos era de autoría de Sara en colaboración con Espacio Libre. La obra se llama "Especies" y se presentó el sábado 4 en la ASI de Villa Bosch, barrio donde se realiza gran parte del festival.

Este año, Pirologías, fue como una extensión del Segundo Encuentro del Barranco que realizamos en julio en nuestro país. Tuvimos la sensación de continuidad muy presente. El efecto multiplicador se esparce por otras tierras, con otras voces, con nuevas dificultades y compromisos. Fue un regalo poder disfrutar desde otra orilla a La Rueda de los Deseos con su impecable y conmovedora "Javiera, Historias que se despliegan". Este entrañable grupo mendocino es otro de aquellos a los queremos de verdad. Sinceramente, un lujo tenerlos tan cerca. A ellos los conocimos en el 2003. Estuvimos en su sala Argonautas con la obra “Arthur, Alquimia del Verbo”. Con un frío terrible pero con el calor de gente buena que trabaja en serio, no en serie. Un plus a esta experiencia fue el libro testimonial que sacaron por sus diez años de ruta y que cariñosamente nos regalaron con dedicatoria incluida. Libro bellísimo que leí a escondidas entre los rincones del CEDEM, lugar donde nos hospedamos esa primera semana. Otro encuentro memorable fue con Ernesto Suárez y su trabajo "Lágrimas y risas". Un divertido compilado escénico de relatos de un actor del subdesarrollo como él mismo define. Simple, inconforme, vital. Un actor grande siempre tiene mucho que decir. Sin embargo, escucharlo es mucho mejor. Aunque su tribuna es el escenario, rápidamente lo olvidamos para sentarnos alrededor de una mesa o en alguna esquina con ojos asombrados. Cualquier lugar es bueno para reír o llorar, parece decirnos convencido. Así es Ernesto, el mendocino exiliado que siempre regresa para reírse de sí mismo. Lo aprendió de su madre, nos dijo esa noche. Bohemio insuperable, artista como pocos. Hoy amigo nuestro.

No podemos dejar de mencionar a Cecilia Hopkins y su interpretación de "Gemma Sunz". Obra creada a partir del cuento de Borges Emma Zunz y dirigida originalmente por Etelvino Vázquez en España. Lo que ahora vimos fue una reelaboración de ese trabajo. Impresionante manejo corporal y vocal. Imágenes potentes en eficaz concordancia con el relato. Además de buena actriz es investigadora teatral y maestra. Lo supe cuando tuvimos en nuestras manos un amplio libro sobre antropología teatral del rito prehispánico. Espero no equivocar la definición porque el libro no lo tengo conmigo. Por otro lado, quien también participó del festival fue el español Etelvino (referido líneas arriba) con un montaje unipersonal sobre García Lorca. Hombre bueno y carismático. Director de la compañía Teatro del Norte y escritor del libro "El tiempo inmóvil", un valioso testimonio de su experiencia desde 1981. Otro unipersonal que vimos fue de Costa Rica. Vicky Cortés presentó "El jardín inclinado", pieza de danza contemporánea sobre el mito de Orfeo y Eurídice.




Los títeres también estuvieron presentes con el grupo guatemalteco Chúmbala Cachúmbala –como dice la canción- con la obra "Juanita sin miedo", relato basado en leyendas locales. Teca y Paolo se convirtieron en esos compañeros que siempre regala el teatro. Buena onda. Disciplina. Amor por lo que hacen. Así los recordamos. En este grupo, encajan perfectamente los amigos de La Comedia de la Provincia de La Rioja quienes presentaron "Aquí llegan los Anselmi", divertido episodio de una familia itinerante de comediantes en estilo criollo o también llamado teatro bárbaro. Anécdota: a mitad de la obra los personajes realizan el sorteo de un Gancia y nuestra enorme sed -o la suerte- nos dio por ganadores. Delicioso por cierto. Ah, y gracias por los cds de música riojana. La noche del Gancia y otras bebidas espirituosas comenzó en Capitán Capote con cuentos de Fontanarrosa a cargo de Claudio "El negro" Rissi. Reconocido comediante que puso por nombre a su intervención "Laburo de negros". ¡Qué noche!

Para no dejar a nadie fuera de este recuento pirológico, debemos nombrar a la compañía francesa Cie Du Ba con la obra "No te pongas azul" realizada en la Plaza Murialdo. Los ausentes fueron La Gotera de La Plata y los buenos amigos Teatrantes de Mar del Plata. El año pasado, estos últimos, presentaron un lúdico y bien resuelto "Sueño de una noche de verano". Nos quedamos con las ganas de volver a verlos. Finalmente, todo terminó con Babel Orkesta frente a la Estación Villa Bosch. La calle se llenó de euforia y buena música. Nos hicieron bailar y dejaron viva la llama para el año que viene.

Punto aparte merece -y para cerrar este capítulo- la importante participación de la AINCRIT (Asociación Argentina de Investigadores y Críticos Teatrales) quienes organizaron un par de mesas abiertas a la discusión y reflexión sobre nuestro trabajo. Al margen de las conclusiones que se puedan generar de manera individual o grupal, creo imprescindible comprender la necesidad de revisar, desde la autocrítica y la investigación, el rumbo de nuestro trabajo en relación con el otro. Crecer juntos, agruparnos, reencontrarnos y sobretodo "no callar".

Gracias a todos nuevamente. Gracias Pamela por el comentario sobre "Especies". Gracias Pau, Cris, Andrea y mi Capitán Caputo.


La segunda semana: al pie del cañón

Hablar de La Cordura del Copete es hablar de familia. A Armando Madero lo conocí en Perú en 2001. En un viaje largo de ojos abiertos y zapatos rotos para entender qué debía hacer. Y digo "debía" porque creo que iba más allá de un simple deseo. La mayoría de las personas "quieren, desean" pero poquísimos comprenden el sentido del deber. Una suerte de vocación extraña que te impulsa a estar al pie del cañón siempre y muy firme. Armando debía hacer algo. La Cordura del Copete se había fundado en el vértigo de la ruta. Es mejor dormir bajo un árbol que metido en un edificio de oficinas, me decía al oído sin palabras. Inconforme. Claro con sus dudas. Feliz de andar. ¿Hasta dónde? ¡Qué importa!. Recuerdo que comimos tallarines rojos en mi casa, le armé una función de "Metafísica sobre Génica" -que por cierto nunca entendí- y luego lo invité a que comparta un poco con los talleristas de esa época. No quedó ninguno. Como tampoco está Marcelo, su compañero de aquella etapa. Entonces le perdí el rastro. Pero gracias a esas pequeñas certezas que a veces nos acompañan para no morir, sabía que lo volvería a ver. Que no pasaría desapercibido. Armando no nació para ser fugaz pero sí para brillar como una estrella en el cielo agradecido del teatro. Y así fue. En el 2007 conocí a La Compañía Nacional de Fósforos en su primer viaje al Perú. También de casualidad. En medio de largas conversas en mi casa de Barranco, apareció la idea de Pirologías. Ahí me hablaron del Copete. Recuerdo que estaba conmovido. La invitación no tardó en llegar y viajamos a Buenos Aires con la obra "Cuando el día viene mudo". En la primera reunión de bienvenida, mientras comíamos empanadas en Villa Bosch, apareció Armando. Era como una película. ¡Diego La Hoz! dijo con voz firme. La gente abrió espacio y vino directo a abrazarme. ¡Él me dio de comer en Perú, es mi hermano!. A los pocos días empezaba el Festival del Copete. Yo estaba ahí. Impávido. En un cálido teatro en La Matanza. Ya todos sabían quienes éramos. Había instrucciones de "visitantes ilustres". ¡Los únicos que pueden dormir en mi teatro son ellos!. Y celebramos como si nunca nos hubiéramos separado.

Y ahora al presente. El homenaje a la memoria construye la identidad, y ésta siempre mira hacia adelante. Un brindis y Miriam de Luca fueron los ingredientes perfectos para inaugurar el Séptimo Festival del Copete. Diez años de grupo no se cumplen muy seguido. Empezar es fácil, permanecer no. Esa noche con Miriam fue mágica. Pocos invitados y absoluta intimidad. La música llegaba con dulzura, pasión y gracia. Voz incomparable y maestra vocal de grandes proyectos. Aplausos y Sara. Sara pedía un tango. Miriam a capella se lo ofreció con inmensa gratitud. Más aplausos. La sensación del final era sólo el comienzo de otra fiesta para el teatro.

Las funciones empezaron al día siguiente. Chúmbala Cachúmbala mostró "Juanita sin miedo" en el lugar donde fuimos hospedados (CEDIMA). Un centro para discapacitados muy cerquita al teatro. Bonito detalle para agradecer que sus puertas se abran para nosotros y Guatemala. En este marco, también mostraron otro trabajo de títeres llamado "El monstruo de la basura". Muy lindo. En la noche, vimos "Vía y obra" del grupo Tremolina. No podría explicar lo que sucedió. Un espectáculo basado en imágenes de un viaje en tren y la búsqueda identitaria de hombre sin fe. Las luces pasaban iluminando los cuadros, desaparecían por completo, volvían y otro cuadro. Hermosa puesta. Lo difícil fue recordar a Hernando Castilla, su director ausente. Lo conocimos en el 2007 cuando hicimos una función en la casa del grupo en Moreno. Inolvidable noche de canciones y buena charla. Muy interesado en las imágenes que habíamos logrado con nuestra obra. Ahora lo entiendo. Recuerdo además que regresamos de ese lugar muy tarde en un tren fantasma. Quizá el último. Contamos el dinero de la gorra medio escondidos porque nos daba miedo. Ahí lo repartimos. El viaje fue largo, como el que eligió Hernando hace casi dos años. No pude hablar después de ver la obra. Sólo lloré en el patio frutal del Copete.

Había que levantarse temprano para ensayar una tocada en el parque. Armando nos lo había solicitado de manera imperativa. Así es la familia. Ellos necesitaban de nosotros y no podíamos (o no debíamos) estar fuera. Nuestra postura frente a un encuentro de esta magnitud es hacernos parte más allá de nuestra condición de invitados. Cocinar, limpiar, hacer bulla en las calles y hasta fungir de terapista cuando sea necesario. Confieso con orgullo haber sido el contenedor de Armando durante casi todas las madrugadas en su casa. Y siempre faltan horas. Volvamos. Esa noche se presentó Marcelo Saltal con "Fuera de juego". Un trabajo unipersonal sobre el fútbol. Muy argentino. Muy propio de un hincha o de muchos. Siempre pasan cosas en la tribuna y en el corazón de los que la habitan. Al día siguiente el arte debía tomar la plaza. La Plaza San Martín de La Matanza. Y llovió. La mayor amenaza de un festival siempre es la lluvia. Sin embargo, en medio de cancelaciones comprensibles, se armó el escenario, paró el chubasco y literalmente "Se Armó". La banda tocó mejor que nunca. Recorrimos diversos géneros musicales propios de su estupenda fusión rockera. Se bailó Saya, Regaee, Chacarera y hasta una suerte de Festejo peruano dedicado a nosotros. Se Armó es una de esas bandas comprometidas con el arte popular que es capaz de disfrutar lo que hacen en condiciones incómodas. Así me imagino a un artista. Así. Y la fiesta teatral continuó con la presentación de Los Sutottos y su obra "Sujeto tácito". Ya conocidos por nosotros. Siempre lúdicos, provocadores y sobretodo divertidísimos. De la escuela de Los Macocos, comediantes de gran trayectoria y aguda crítica social.

Una de las experiencias que más me conmueven del Festival del Copete es la presencia del Teatro Comunitario. Teatro hecho por vecinos para vecinos. En un barrio específico, con inquietudes particulares y colectivas a la vez, y de hecho muy complejas. Un ensamble de numerosos actores naturales -de todas las edades- en donde se entremezclan habilidades y discursos muy propios del día a día. Vimos primero "Fragmento de Calesita" de Alma Mate, una metáfora que sugiere que el barrio se parece a un carrusel como decimos nosotros. Ahí confluyen todos los personajes de este variopinto universo callejero. Luego -por segunda vez- apreciamos "Ramos te lo cuenta... A partir de los '50" del grupo Desparramos. Ellos hacen un viaje por la historia política de argentina desde los años cincuenta y muestran las peripecias que la gente de a pie tiene que transitar para sobrevivir. Es sorprendente ver cómo se organizan y el entusiasmo que le ponen a este trabajo del que seguramente no comen pero que sin duda los alimenta como personas en acción.

Aunque en ninguno de estos festivales se le pone a las obras "clasificación". O sea si es para niños o adultos. Hay horarios (y reseñas) que nos pueden dar una idea de los que veremos. Eso responde -a mi juicio- a que el teatro es el teatro. Uno debe ser capaz de elegir y, yendo un poquito más allá, el teatro nunca hace daño. Por lo menos el que aquí disfrutamos durante veinte días. Entonces, desde esta lógica, no hay teatro menor. El teatro para niños no es la excepción. Aunque a veces por aquí se piense así. Ejemplo de esto es la presentación de Los Hermanos Guerra y su "Don Cartone, Sancho Lata y Musiquito", tres vagabundos hambrientos que se reúnen para sumar fuerzas y emprender un viaje a Rulchinea. Una bien lograda y rítmica puesta en escena en donde el protagonista es el hambre. Tema complicado de abordar sin ponerle sufrimiento, panfleto o rabia. Más aún si nuestro primer espectador es un niño que quiere pasarla bien y además aprender algo que no le quite el sueño. Sin duda, lo disfrutamos todos. Algo similar sucedió con "Esperanza" del grupo español L'Aljub, quienes a través de juegos y canciones buscan despertar al niño interior para hacerlo parte de un mundo mejor.

Aquel viernes lluvioso pudimos ver al Baldío en una intervención musical callejera con "Sueños de Serenata". No paramos de sorprendernos de la enorme capacidad de compromiso y transformación que este grupo amigo forja con cada trabajo. Es como si cada vez se pusieran nuevos retos para escapar de la comodidad que les da la experiencia. Pero de ellos hablaremos más adelante. Santiago Saracca, miembro del Baldío, formó el grupo Tacantao y se presentó con "El éxodo porteño", espectáculo musical que cuenta el viaje de seis porteños hacia tierras desconocidas, no tan lejanas como ellos creen. La migración es un tema que a todos nos toca. En algún momento, todos partimos hacia otro lugar. El miedo a la partida -al cambio- está relacionado directamente a la muerte. Tacantao usa muy bien el ensamble vocal y el humor delirante para sobrellevar ese trance al que tanto se le teme.

El último día arrancó con una mesa de discusión sobre "Hacer teatro en la provincia de Buenos Aires". Algo así como hacer teatro en la periferia o más allá del entorno oficial. Lo pongo así para entenderlo mejor en nuestro contexto limeño. La conversa estuvo muy bien conducida por la investigadora y crítica teatral Araceli Arreche. Sentados en círculo en el mismo escenario del teatro, alrededor de una mesa generosa y tomando mate con gente que reflexiona. Una mañana muy especial y reveladora. Quizá lo más interesante fue darnos cuenta que sin lucha no se logra ser visible y que, esa visibilidad que buscamos, es distinta a la que nos dan los medios. Una postura definida y en comunión con colectivos similares, observando el entorno en movimiento, contagia, anima y nos permite trascender en nuestra propia identidad como creadores.

El día siguió su rumbo con la buena compañía de Araceli. Lavé mis culpas sobre la tibia función que dimos en El Copete y hacia la noche vimos en el SUTEBA "Sean eternos los laureles" por el grupo La Colmena, un recorrido histórico del Himno Argentino. Un poco de historia nunca está demás. Sin embargo, el broche de oro lo puso Teateatro con "Abanico de soltera". Unipersonal de Andrea Juliá, dirigido por Horacio Medrano, que hace un homenaje al poeta granadino García Lorca. Una clase maestra de teatralidad en donde la sutileza y el erotismo acarician la piel del espectador con absoluta belleza. Es así, para desnudar a un poeta hay que hacer poesía.

Y así concluyó el Séptimo Festival del Copete y sus diez años con nosotros. Con más dudas que certezas, con más amigos, con menos banderas y con la ilusión de seguir bregando juntos este camino de valientes. Armando, Pato, Anto, Natalí, Johanna, Pablo, Mati, a todos, nuestro corazón y a seguir rompiendo.


Tercera semana: veinticinco años de siembra

El Baldío es un grupo referencial con un cuarto de siglo en la escena latinoamericana y más allá. Lo conocí en el Encuentro de Ayacucho el 98. El Séptimo daba sus primeros pasos como alianza de grupos y yo no entendía qué hacía ahí pero algo se hacía mierda en mi cabeza. De Antonio Célico, su director y fundador, supe más tarde. Eso me gusta decirlo porque un grupo de teatro -o tribu como él dice- se conoce por sí mismo. Por sus miembros: manos, pies, columna, y luego cabeza. Un gran cuerpo articulado entregado a la creación desde el laboratorio. Y sí. La investigación es probablemente lo que nos diferencia de otros creadores puestistas. Eso nos moviliza, nos impulsa a saltar al vacío nunca solos porque está el otro. Manos que sostienen, pies que caminan contigo, ojos siempre abiertos. Muy atentos. Ya en el 2007 tuve mi primer encuentro formal con El Baldío. Empecé a reconocerlos. Hoy los conozco. Cada uno es un universo maravilloso y a la vez son tribu. Siempre chamba. Hormigas que no le temen al trabajo de la tierra seca. La fertilizan con un sudor rojizo y seguro con lágrimas recogidas de las raíces. Así construyen su terreno vacío, le dan fundamento, lo hacen propio, lo habitan. Habitar. Esa palabra me inquieta. ¿Qué significa para un creador como yo, como nosotros?. Vivir, dice el diccionario y yo le creo. El teatro necesita de la vida y viceversa. Sea cual sea el caso, hacer teatro es habitar la vida con el ser íntegro. Habitarse primero. Desnudarse para volverse a vestir. Luego compartir con el otro esa morada. Hacerla una pero nunca ocuparla toda porque ahí viene otro y otro y luego otro. Siempre me impresionó la capacidad de ser uno. Ahora reconozco que es la tarea más difícil del mundo. Aunque la historia diga que somos gregarios por naturaleza. Ahora más que antes nos extinguimos.

Por alguna razón, El Baldío me inspira estas palabras. Así como siguen inspirando a muchos otros. Guardo conmigo el libro testimonial que sacaron por sus bodas de plata. En la dedicatoria, Antonio dice algo que refleja su absoluta sinceridad "ojalá nuestra experiencia te ayude a cometer menos errores que los nuestros". El libro, en su forma artesanal y con un tiraje pequeño, fue compilado por el buen Gumi o Pablo Urruty como prefieran. Un placer leerlo. Le pusieron Bitácora, nombre con el que decidieron también bautizar el Decimocuarto Festival de La Víspera celebrado en La Ciudad Jardín El Palomar, donde además tienen su casa.

El desfile de inauguración fue una fiesta. Entramos desde la Estación El Palomar hasta el Parque del Avión. Cuatro calles pobladas de cafecitos y comercios muy atentos. Ciudad Jardín es circular y hermosa como un laberinto. Repleta de árboles. El primer espectáculo -en el parque- lo hicieron los capos de Circo Clowndestino. Una mixtura de artistas de diversas disciplinas que han logrado enfrentarse al espectador de calle con total calidez y dominio expresivo. Luego se presentó Tacantao, de quien ya me referí líneas arriba. Es maravilloso notar como los espacios no convencionales se acomodan perfectamente al teatro, se hacen parte por pura magia, y hasta aportan nuevas formas a la estética de la puesta. A veces pensamos que somos nosotros lo que tenemos que acomodarnos. Es al revés, dejar que el espacio te guíe, te abrace y se sume a la experiencia. Siempre se trata de sumar. Para cerrar la noche, apareció contundente La Petisa Babilonia de Colombia con "Fractales". Dos monólogos durísimos sobre el abandono. Minimalistas pero poderosos. Cuerpos que relatan más allá de la palabra dicha. La riqueza del teatro está en poder elaborar lenguajes paralelos, amalgamarlos con la acción sin tentarse por el descontrol o lo simplemente hermoso. Eso fue lo que vimos y se agradece.

El día siguiente comenzó nuevamente con teatro de calle. "Personas que aman demasiado" de Tercer Cordón Teatro, apuesta por el amor en clave de comedia. El amor que se busca y no se encuentra. A veces un conflicto tan aparentemente simple -o cotidiano- puede disparar una serie de peripecias que pueden hacernos viajar a lugares insospechados. Suelo pensar que el conflicto como tal circula siempre alrededor de un mismo axioma. Así como el fin de todo lo que hacemos es la felicidad. Exista o no, siempre la buscamos. Ya en El Baldío se presentó Jícara Teatro con "Misteriosos Ecos del Ser". Luego nosotros en La Biblioteca Popular de Ciudad Jardín. Lugar conocido porque en el 2007 hicimos ahí nuestra función. Esta vez, la experiencia fue más interesante porque "Especies" gira en torno a una discusión sobre la pedofilia. El espacio nos atrapó desde los libros que también espectaban la acción. Sin embargo, ese día el calor fue demoledor. Buenos Aires arde en diciembre. Y no me puedo imaginar enero. No quiero. Felizmente la noche refrescó y la voz de Mariem Labidi, cantante de Túnez,  nos acarició con deliciosas melodías de jazz.

Nuestro último día llegó. Inevitable partir. La tradicional Feria Navideña de Ciudad Jardín se unía también a la fiesta. En la Plaza del Avión se presentó Circo Vé con "Prismáticos" y luego en el Jardín Pinocho la Compañía Chirivari con el espectáculo "Los Meteretes". Ambos divertidos, limpios y de excelente relación con el público. Después, en simultáneo, "Esperanza" del grupo L'Aljub de España en La Galería Shopping Paradise y, en la Plaza del Avión, Joaquín Coloca y Natalí Mayer. Incomparable dúo de guitarra y voz con tangos y milongas. ¡Qué belleza! De regreso a El Baldío nos esperaba Periplo Compañía Teatral con "La Conspiración de los Objetos" bajo la impecable dirección de Diego Cazabat, quien junto a Antonio funda el grupo en 1985. El universo fantástico que se crea en esta obra es simplemente delirante y provocador. Pareciese evocar el círculo eterno de la historia en un futuro funcional pero caótico. Personajes robotizados, empolvados y hasta fragmentados nos detienen la respiración al compás de melodías repetitivas. La muerte está presente por todas partes. El frenesí terminará con todo. Un certero cuestionamiento a nuestra humanidad cada vez más individual y competitiva. ¡Qué más!. La noche se fue de bares. Breves espectáculos humorísticos tomaron Plaza Platé. El Señor Plop, unipersonal de mimo por Joaquín Baldin, no pudo faltar para cerrar la puerta de esta jornada.

Aunque ya estábamos en tierra chilena ese domingo final, quiero imaginar lo que sucedió. En la bellísima Plaza Platé se presentó la Agrupación M.P.T. con su espectáculo callejero "M.P.T. 3.3. Eternamente Reseteados" que tuvimos la suerte de disfrutar en el 2007. Otra experiencia impresionante, de enormes zancos y hombres vestidos de negro. Una propuesta futurista que nos alerta de peligros irreversibles. Lo más interesante es que esta agrupación, junto a Tercer Cordón Teatro, están desarrollando una importante labor comunitaria a través de intercambios, intervenciones y talleres, a la que han denominado "Acción Karavana". Ambos son hijos de El Baldío. Eso se nota. El clímax festivalero lo arrancó La Chilinga, grupo de percusión harto conocido y apreciado. Ellos desfilaron desde la Plaza del Avión hasta Plaza Platé, donde la buena música continuó con Pollera Pantalón y luego con El Tucu y Los Parroquianos. Bandas fusión que mezclan ritmos de todas partes y que, seguramente, hicieron bailar a toda Ciudad Jardín. Pero quienes cerraron La Víspera fueron Los Sutottos con "Colapso". Espectáculo de gran éxito y acogida por el público porteño. Nos hubiera gustado verlo. Nos hubiera gustado estar ahí para abrazarnos un poco más con cada uno y celebrar la despedida de quien siempre regresa. Gracias Antonio, Pablo, Santiago, Lucas, Laura T, Laura M, Thomas, Thibault, Fede y tantos otros que hicieron feliz nuestra estadía. Gracias Baldío.


A modo de epílogo: se abren otras puertas

Todo tiene que cerrarse para volverse a abrir. Así es la historia. Siempre circular. Ejemplo de ello es esta crónica. Un devenir inevitable de encuentros que se repiten distintos. Que siguen latiendo en la espera y se reinventan cada vez. Así es cada personaje que se aborda. Siempre nuevo. Siempre naciendo. Es como si nunca dejáramos de alumbrar. El teatro alumbra, ilumina y produce vida. ¡Qué más podemos pedir!

El arte no tiene valor y si lo tuviese sería impagable. Lo que se gana es una mirada más afinada, contrastes, preguntas y sobretodo corazones que se dejan husmear. Este recuento testimonial no podría concluir sin nombrar a la directora, escritora y maestra chilena, Ruth Baltra, quien nos acogió en su casa en nuestro paso por Santiago. Ella trabaja hace más de treinta años con niños y jóvenes. Contagia teatro.  Sostiene al grupo Ocarín con entusiasmo imperturbable en El Centro Cultural de La Florida. Su casa es el lugar más especial del mundo. Repleto de recuerdos e historias que no se pueden olvidar. Hay que conocerla para entender a qué me refiero. Otra mujer y compañera que debemos mencionar es Sara Joffré. Nos acompañó todo el viaje sencillamente. Atenta y libre. El año anterior demoró tres días y medio en llegar porque quería hacer el recorrido de El Libertador y además estar con nosotros. Es que Sara no tiene edad. El tiempo siempre se detiene con ella. Tremendo honor el que nos permite su compañía. Y es que de eso hemos hablado en estas líneas. De estar juntos. De disfrutar del otro sin tanto prejuicio y con soltura. De entregarse en serio. Y como dice el vals: "con alma, corazón y vida". Gracias otra vez. Hasta más tarde.

Diego La Hoz
Lima, 5 de enero de 2011